jueves, 28 de abril de 2011

La Manzana y el Fuego

Lo cuento de este modo: “Al despedirme de mis nuevos amigos fui consciente de que algo importante iba a ocurrir, pero no imaginaba cuanto. De camino a casa, de súbito cayó una manzana a mi paso. No hay nada sobrenatural en que una manzana caiga de un árbol, pero tuve un repentino flash y me pregunté como fue posible, si durante toda la vida habían caído manzanas ¿Por que razón fue Isaac Newton y no cualquier otro quien elaboró la Ley de la gravedad? Por favor, nadie interprete en estas palabras que me estoy comparando, tan sólo es que aquello sucedió de esa igual manzana necesaria. Me sentía aturdido y mi cabeza daba vueltas sin parar como en una tormenta desatada. Desconcertado tomé un camino distinto al habitual. Sin rumbo y sin saber a donde iba de pronto me encontré de pie frente a la antorcha de un monumento que nunca había visto antes, frente a ella me quedé absorto durante un buen rato que siquiera podría precisar, y entonces de pronto tuve otro nuevo flash e intuí de inmediato una fórmula que me permitiría crear un idioma moderno mediante un nuevo Alfabeto.

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