Adoraba las Lenguas actuales y mi perplejidad era tanta o más que los grandes detractores a tanta modernidad como reacción a la pérdida del lenguaje tal y como se conocía hasta entonces. Idiomas que habían dado tanta belleza a textos y literatura de clásicos y contemporáneos que con tanta pasión y emoción leí en el pasado eran hoy poco menos que reconocibles en un mensaje de móvil. Pero a la vez sabía que estos hermosos idiomas eran el resultado histórico de la evolución de otros anteriores y eso siempre seguiría ocurriendo así en mayor o menor medida en el futuro. Sólo que ese mañana ya era hoy ¿Y quién si no ellos, los jóvenes de todo tiempo y lugar, quienes podrían protagonizar esos nuevos cambios en nuestras sociedades y culturas?
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